
el estado poético
Primer episodio de la primera temporada del podcast “La poesía en la Vida Diaria” donde exploro “el estado poético” como lo definió el filósofo y educador francés Edgar Morin. Ese estado poético es el que nos hace maravillarnos con el entorno en que vivimos…
No estoy seguro cuándo la poesía me llegó. Por el legado de los Gamboa, toda una dinastía de poetas a la cual le dediqué el libro-antología-documental en 2009, se podría decir que hay un hilo conductor que viene de allí. Viene también, sin duda de mi profesora de español en los primeros años de secundaria, Norma de Zúñiga, seguidos luego por el Profesor Cristian Garcés en los ultimos años. Aparte de licenciarme en Biología en 1975, obtuve simultáneamente un diploma en Literatura Moderna.
Mis primeros poemas aparecieron luego, y solamente en Bélgica, en 1981, estudiando en la Universidad de Lovaina, se los mostré a mi amiga y bienamada Tita Pérez. Ella los leyó con cariño y sin ella saberlo, su estímulo me abrió la puerta al cielo. Y me trajo la poesía a mi vida diaria. Me llevó a trabajar en mi primer libro, Impresiones, que publiqué en 1982. A todos ellos que aquí nombro, y a muchos más, gracias. Ya hablaré de ellos en otros blogs.
Mi poesía parte de la búsqueda, que sin saberlo al principio, he necesitado para ordenar mi existencia. Ordenar, en el sentido de darle un significado, un balance entre la realidad de la cotidiana existencia y la ventana, la puerta, el camino que mi corazón y mi alma necesitan para expandirse.
Es buscar una función a mi estancia en la tierra, a mi estancia en este cuerpo y este momento de la historia que me ha tocado vivir. Por lo tanto, la poesía ha sido a la vez mi meta y mi camino, la meta como horizonte, orientación y el camino como recorrido, senda, dirección.
Creo en la poesía como ese ámbito donde la palabra se despega de lo práctico y empírico, de la búsqueda objetiva de la verdad y penetra en la analogía, la metáfora, la búsqueda de la verdad subjetiva. Son dos estados, que Edgar Morin, el filosofo francés define así:
“el estado primero, que podemos llamar prosaico, es el estado mediante el cual nos esforzamos por percibir, razonar, y es también el que cubre una gran parte de nuestra vida cotidiana. El otro estado, que podemos llamar “estado segundo”, es el estado poético. El estado poético puede estar dado por la danza, por el canto, por el culto, por las ceremonias y, evidentemente por el poema” [1]. Para él, cada estado produce un lenguaje, el uno la prosa, el otro la poesía. Esto sin decir que no haya poesía en la prosa, ni prosa en la poesía, porque lo hay. Ahora que la prosa me ha ido encontrando, por fin siento que puedo llevar la poesía a la prosa. La poesía, no podemos olvidar, nace y crece, se nutre del amor. “el amor hace parte de la poesía. La poesía hace parte del amor de la vida. Amor y poesía se engendran el uno al otro y pueden identificarse recíprocamente”, nos dice Edgar Morin.
Es así como, en nuestra vida cotidiana, vivimos entrando y saliendo continuamente de uno a otro estado. En las sociedades arcaicas, de las que quedan pocas en la actualidad, existía una relación estrecha entre estos dos estados, se entremezclaban. El trabajo se mezclaba con el canto. La caza, que se planea objetivamente en cuanto estrategia, se mezcla con rituales, danzas. Incluso las batallas donde los tambores y gritos liberaban toda la adrenalina que necesitaban los guerreros. Los tambores se fueron “civilizando” hasta volverse en Europa, después del renacimiento, música de fondo y los gritos, vivas al rey de turno.
En las sociedades contemporáneas occidentales tuvo lugar esa separación, esa disyunción entre los dos estados. La poesía, separada de la ciencia y la técnica, al disociarse de estos, se autonomizó y devino estrictamente poesía. Se separó de los mitos, los rituales, aún cuando continúa alimentándose de la misma fuente que es el pensamiento simbólico. Y es así como la poesía se fue relegando, como el pensamiento humanista, a la diversión, a los adolescentes, los soñadores, los ilusos, los enamorados, las mujeres, los artistas, los locos, la religión. No seguimos recitando versos en las iglesias, en rezos, en plegarias?
Es interesante que la imprenta lograra, en gran parte, desterrar la poesía de la oralidad. Poesía y Oralidad, es el tema principal de un libro que estoy escribiendo y espero tener pronto en tus manos. O en tus oídos..
La poesía se rebela en toda oportunidad que tiene. Edgar Morin nos comenta cómo la poesía se rebeló con el romanticismo y luego con el surrealismo. El dadaísmo fue una rebelión y así muchos movimientos contestatarios que han buscado devolverle a la poesía su puesto en la “prosaicidad [2]” de la vida actual. No me voy a detener a analizar estos fenómenos de rebelión, solo quiero mostrar cómo la poesía vive en un estado crónico de rebelión [3] De pronto siempre ha vivido así, siempre ha sido la chispa que se prende, la luz que ilumina a todos los artistas, desde que el primer humano que dibujando estrategias de caza en una caverna, comenzó a estilizar los alces y sus cornamentas y nos dejó sus preciosas pinturas rupestres en las Cuevas de Altamira al norte de España.
Volviendo a mi quehacer poético, la poesía es de alguna forma mi rebelión, porque de una forma u otra esta rebelión la he vivido siempre dentro de mi. Todos somos líderes y todos somos seguidores en el camino de vivir y transitar. En algún momento de nuestra vida familiar, de pareja, de trabajo, de estudio, en la calle o en la casa, en algunos momentos lideramos y en otros seguimos. La mayoría de las veces sin saberlo. En mi rebelión poética a veces la lidero, a veces la sigo. A veces sé, como por arte de magia, cuando lidero o cuando sigo… La mayoría de las veces, no lo sé y tal vez poco importa.
La poesía puede ser parte de nuestra vida diaria, la que nos lleve a ese estado segundo, el estado poético. Y no hablo sólo de los poemas escritos en un papel, leídos en solitario, los poemas cantados, recitados a una voz, dos voces, cien voces; es la poesía en el cine, entremezclados en la trama como logran ciertos largometrajes [4]; es en la pintura, donde siempre ha estado, en la arquitectura que logra darle a un edificio funcional, un toque de arte y poesía; en el circo [5], en el deporte, en el manejo de los espacios públicos, el transporte urbano, el manejo del medio ambiente. La poesía debe abrir ventanitas en la vida diaria para lograr intercalarse, poner la punta del pie contra la puerta que se cierra, alivianar el ceño fruncido, romper la depresión de una mirada que se obstina en observar el suelo sin encontrar una respuesta.
La poesía conquista espacios en la radio, en la televisión, mutando y evolucionando, jamás buscando regresar al pasado que ya se fue. La poesía tiene futuro. La poesía que produce ese estado poético y abre el corazón y el alma a nuevas vivencias. Que abre los ojos. Y abrir los ojos se tornará en algunos, en una acción contestataria frente al sistema económico y el poder dominante. En otros en una búsqueda espiritual, un acercamiento con el cosmos. Y en otros será una búsqueda por encontrar almas gemelas con las cuales construir sueños. La poesía tiene futuro. Un futuro que se construye en miles de escenarios que de pronto no percatamos y que la tecnología y el internet están logrando difundir a gran escala, acercando almas y manos de todos los países y continentes.
Este es el propósito de estos blogs. Encontrar la poesía en la vida diaria. Es un camino que emprendo y que espero que comiences conmigo. No necesitas estar en todas las jornadas, las cortas o largas etapas de este camino. Pero, escúchame, ayúdame a encontrar la poesía en la vida diaria para que yo pueda compartirlo. Como este grafitti que encontramos en Córdoba, España, antes de entrar a la gran mezquita, un viaje poético inmaginable.

“… Si todo fuera poesía, todo no sería más que prosa.
De la misma manera que necesitamos sufrir para conocer la felicidad,
necesitamos de la prosa para que haya poesía”
Edgar Morin
Notas:
[1] Este escrito es sacado del libro de Edgar Morin “amor, poesía, sabiduría” traducido del francés por Sergio González Moena y publicado por la Cooperativa Eeditorial Magisterio, Bogotá 1998, en su colección Mesa Redonda, Número Setentaiuno.
[2] Este término lo inventa Sergio González Moena, para buscar explicar los conceptos del filosofo francés.
[3] La idea con estos blogs es encontrar estas instancias de rebelión entre los acontecimientos que se van dando…
[4] Largometrajes, en toda la historia del cine se han acercado, unos más que otros, al estado poético. Sin ser erudito en la materia, siento que el cine actual – y todas las series televisivas que ahora vemos, cada vez buscan más ese estado poético, tal vez por la creciente fascinación por lo desconocido, la realidad mágica, las dimensiones ocultas. O será el buscador inteligente de Netflix que me las va presentando porque estima que las estoy buscando?
[5] El Cirque du Soleil de Canadá es un claro ejemplo de esta búsqueda de traer el estado poético al circo.