un monumento al regreso
voy a hacerle
un monumento al regreso,
a los tiquetes de ida y vuelta,
a las puertas de vaivén,
al aviso que nos permite la vuelta en u,
a las calles con sus señales de doble vía,
al cometa haley
que de nuestro minúsculo sistema solar,
regresa fugaz a su cita con las estrellas.
una estatua a la manzana de newton
y la gravedad que todo devuelve,
a los libros que prestamos
y la honestidad de un amigo redime,
al mensaje que dejamos esperanzados
y la llamada de vuelta que nos responde,
al yo-yo que se lanza al vacío y reaparece en nuestras manos,
al bumerán que se arroja al viento y a perseguirnos revierte.
un altar a las aves playeras
que de las aguas australes vienen
y a ellas retornan a los salmones
que del océano profundo vuelven
a los riachuelos de su infancia,
a las monarcas de los bosques nórdicos,
que migran en invierno a sierra chincúa,
a los gansos, los patos, las cigüeñas, que obstinados,
siempre, siempre regresan.
una escultura al inquietante péndulo
que en sus idas y venidas se lleva el tiempo,
a las melodías de mi infancia
que a los brazos de mi madre me repliegan,
a la fuerza centrípeta de tu sonrisa
que me atrae sediento a tus brazos abiertos,
a los sueños sonámbulos
que me devuelven la nostalgia de lejanos paisajes,
mientras dormito insomne,
entre evocaciones y recuerdos,
al otro lado del mar.