semillas que presagian esperanzas
I
los ideales los propagamos nosotros,
con manos alucinadas sembramos semillas
en las grietas que dejan ellos en el cemento.
en ese último resquicio de vida humana,
con poesía y canto,
humectamos su protegido escondite
bajo la liviana piel del planeta gris en que vivimos,
– emocionados y herméticos –
vislumbramos sus nacientes raíces,
vemos salir su incipiente tallo en busca del sol.
II
los ideales los imaginamos nosotros,
sueños de días mejores nutridos de tantos ideales contenidos,
madrugadas limpias rescatadas de tantas atrocidades,
rabias que calladamente rechazan esta fingida democracia
y que valientemente se tienden en las calles
a detener el paso de milicianos enardecidos
que intentan
– una y otra vez –
desatar la violencia y el fanatismo.
III
hojas nuevas en árboles milenarios presagian esperanzas,
gotas de lluvia caen sobre la grieta fértil que las espera,
reflexiones acertadas de sabios soñadores
alimentan la fe que mueve montañas.
el clamor de una marcha llega desnuda a una plaza liberada.
los ideales los forjamos nosotros.
IV
entre los que ya nada creen,
– los que dieron su brazo a torcer –
los ciegos los mudos los complacientes
y enceguecidos y enmudecidos y complacidos
los ideales los labramos nosotros.
V
entre los murmullos de miedo y conspiración,
entre los gritos de rabia y rebeldía,
entre los incitantes sueños de futuro
y las funestas nostalgias del pasado,
ante a los punzantes barrotes,
la disimulada tortura,
los intervenidos medios,
los ideales los defendemos nosotros.
VI
por ideales coexistimos día a día,
sucumbimos noche a noche,
nos rasgamos las vestiduras,
esgrimimos el pecho
y rescatamos el oxígeno
que esconden ellos bajo el pavimento.
VII
los idealistas somos nosotros.