renuncia
vengo a presentar
mi renuncia irrevocable,
tengo en mis manos una carta,
ochenta y tres palabras desnudas,
cuatro párrafos,
toda mi verdad adolorida.
lleva conmigo varios días,
varias tardes amarillas,
varias mañanas calladas,
varias noches cálidas
preguntándole a mis muebles
qué hacer,
adónde ir,
a qué color arrimar la esperanza.
yo trabajo por la vida,
aunque necesite de sus pesos
y de sus cesantías,
yo estoy aquí porque soy,
porque creo y porque siento,
porque con mis manos
me siento libre
y me siento nuevo,
porque creo en el amor,
porque sueño
y porque pienso,
y por eso me retiro,
por eso me voy.
quédense con sus mentiras
y sus tristes juegos de poder,
quédense con sus sonrisas
y su gris hipocresía,
con su temor a enfrentar
cara y mirada al viento,
de abrir ventanas al silencio,
con su incapacidad de decir:
lo siento.
no pertenezco al mundo
de los actores y las marionetas,
conmigo no jueguen
ni me miren de reojo,
mi azul no es de engaños,
ni mi verde de recelo,
por eso renuncio
por eso me voy.
no murmuraré
por los pasillos desiertos,
no me morderé los labios
ni gritaré canallas
que mueran los tuertos,
entregaré las palabras justas
y me iré en silencio,
dejando un vacío intenso
en algún lugar atento.
que se queden los otros,
los del pan y los del miedo,
los que otorgan y los del sueldo,
los de sonrisa triste
y una duda eterna
entre los brazos muertos.
me duele por los demás,
por el que me susurra
la pelea se hace por dentro,
por el que cree en el proceso,
por el que creía en mí
y hoy me mira desde lejos.
hoy me quito los zapatos,
abro la puerta,
escribo una carta
y renuncio a todo.
tengo un nudo que me quema
y una cadena que me ata,
y sinembargo,
hoy me ausento.
cali, noviembre de 1986