quedémonos
si uniéramos uno a uno
nuestros dedos más tiernos,
rescataríamos toda la magia
de encontrarnos juntos,
de buscar amaneceres
con un pie en la realidad
y el corazón descalzo,
con los ojos mas allá
de las puertas y los balcones
y nuestros labios más cerca
de heridas y rincones.
pero a nuestras manos
las alejan lastres y desiertos,
los zapatos viejos y el miedo,
la indecisión creciente y nuestros silencios,
aprisionando la esperanza,
la alegría,
la libertad sutil,
asustando de paso la fantasía
y dejándonos tan solos,
tan tristes,
tan apagados,
que la arcilla desnuda
ha llegado a enturbiar
nuestras aguas más limpias
y asomado al horizonte azul
veo pasar despacio
la última salida.
quedémonos,
desnudémonos de nuevo
ahora que amanece el día,
limpiémonos las ideas,
la razón,
las manos vacías,
recojamos de nuestra piel
todos los sueños
que le hemos tejido a la vida
y pongámoslos sobre la mesa tendida,
escogeremos con paciencia
los que se ajusten a nuestra medida
y a los que queden solos
les daremos una mano amiga,
para que logren encontrar
su tiempo y su rumbo,
su noche estelar
o su pequeña guarida.
quedémonos,
escondámonos un momento de la vida,
que es preciso
soñar,
amarnos
y hablar.
bogotá, julio de 1985