
Poemas Sueltos: Proverbios y Cantares de Antonio Machado
En el segundo episodio de poemas sueltos te traigo el poema Proverbios y Cantares de Antonio Machado
REFLEXION
Cuando comprendí que los caminos me estaban enseñando a vivir encontré con emoción cómo paulatinamente esa corriente interna que se venía gestando en mí desde hacía tiempo, sin verdaderamente darme cuenta, estaba transformándome profundamente. Todo comenzó con correr, con hacer maratones y largas jornadas en bicicleta y remando con mi kayak en ese maravilloso espacio donde los estuarios encuentran el mar . Estaba haciendo ejercicio, eso me motivaba, me daba salud, me ponía metas. Lo que no entendía era lo que en mi mente y mi corazón se gestaba, que lo importante sucedía dentro de mi. Al dejar que mi cuerpo caminante repitiera una acción continuada, liberaba poco a poco mi espíritu, lograba soltarme de las ataduras físicas, entrar en comunión con el espacio a mi alrededor, conectarme con la naturaleza a otro nivel, dejando esas estelas etéreas que no percatamos. Encontrando a cada paso una inmensa felicidad, algo que muchos meditadores encuentran en la quietud y la inmovilidad. No es fácil de explicar pero espero que entiendas lo que aquí te comparto.
De esta forma, he ido encontrando el espacio donde mi corazón puede, al estar mi razón cansada y con la guardia baja, liberarse, desencadenar la creatividad, la intuición, llegar al manantial, a la fuente que riega mi jardín interior. Me volví un caminante, un peregrino, un vagabundo sin hogar, haciendo camino al andar… Sentir luego mi vida como ese camino vino después y esto se ha venido reflejando en mis poemas que se encuentran en de aquí al horizontede aquí al horizonte y desafiando el silenciodesafiando el silencio.
DE PROVERBIOS Y CANTARES
XLIV
Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
I
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
XLIV
Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
COMENTARIOS DEL POEMA
Estos tres poemas son de Proverbios y Cantares, una serie de pasajes poéticos del poeta español Antoio Machado incluidos en su libro Campos de Castilla publicado en 1912. En estos tres breves párrafos, Machado nos comparte su comunión con el caminar, y cómo, nuestro pasar por esta vida, es solamente eso, un pasar, porque en el fondo “Todo pasa y todo queda, y lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.” Así nos enfrenta a pensar que los caminos que recorremos, reales o hipotéticos, se disuelven, como si los hiciéramos sobre la superficie del mar, dejando estelas que el tiempo va borrando, a veces rápido y a veces más lentamente, pero al final solo queda el recuerdo de ese pasar. Todos, cada uno de nosotros, tú y yo, somos caminantes y nuestras huellas son el camino, pero no hay camino, solo huellas, camino que se hace al andar, y aunque todo pase, solo andando hacemos el camino, dando ese paso adelante, día a día, ese paso esperanzado por lo que vendrá aunque no estemos nunca seguros dónde nos llevará… Cuando me siento en una encrucijada emocional, o una encrucijada en que parezco tener ante mí todos los pros y contras, sé que si no me aventuro a dar unos pasos hacia adelante, me quedaré apresado por esa indecisión.
A veces podemos adentrarnos en un camino y poder devolvernos, pero a veces nos toca cargar con la responsabilidad del sendero que ya escogimos y no tiene vuelta atrás… porque “al andar se hace camino, y al volver la vista atrás, vemos la senda que nunca volveremos a andar”. Ningún camino que hacemos, ni siquiera el de ese parque donde vamos repetitivamente, es el mismo, cambia al nosotros cambiar, al ir cambiando el universo a nuestro alrededor. Machado admite su amor por ese temporalidad de todo lo que nos rodea, al admitir que ama esos mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón, que se pintan de sol y grana y vuelan bajo el cielo azul, temblando y súbitamente quebrándose, dejándonos la maravilla de ser testigos de la danza del universo… y aunque sea “golpe a golpe”, también será “verso a verso”. Podemos hacer de ese “verso a verso” la maravilla de cada mañana. Caminemos, caminemos juntos…
ANTONIO MACHADO
Antonio nació en Sevilla el 26 de julio de 1875 en una familia de intelectuales sin muchos medios. En 1883, a sus 10 años, la familia Machado se trasladó a Madrid. Antonio y su hermano Manuel se aficionan al teatro y aunque actúan en papeles menores, frecuentan las tertulias de los poetas y a los 18 años Antonio publica sus primeros poemas. Su padre muere en Puerto Rico donde había emigrado para poder sostener a su familia en Madrid. Antonio debe trabajar para ayudar a la familia y se gradúa de bachillerato a los 25 años. Vuelve a Sevilla y luego se va a buscar trabajo a París, ciudad donde migran muchos españoles en esa época. Trabajando en una editorial conoce a Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez. Vuelve a España y con sus conocimientos de francés se hace profesor en Soria y en la pensión donde vive conoce a Leonor Izquierdo Cuevas, de 13 años, con la cual se casa dos años más tarde. Vive los 3 años más felices de su vida, hasta que la muerte se le lleva a su esposa, en 1912.
Escribe muy bellos poemas mientras cuida a su esposa en el lecho de muerte donde muestra un deseo profundo de esperanza: “Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera”
Adolorido, Antonio se marcha de Soria y su poesía ahora se adentra en el alma, en el cuestionar la muerte y sus designios. Se licencia en Filosofía y Letras, estudia griego para leer a los clásicos y se vuelve un hombre solo, humilde y meditativo. Dice en un poema de la época: “No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas.”
En Segovia Antonio enseña francés y en los fines de semana se encuentra con su hermano Manuel, quien vive en Madrid, y juntos estrenan varias obras de teatro que los vuelven muy populares. Conoce a la poeta Pilar Valderrama, mujer casada con tres hijos, con la cual Antonio tiene un largo romance clandestino. Antonio regresa a Madrid, donde participa en movimientos intelectuales por una nueva España, escribiendo bajo el seudónimo de Juan de Mairena. Conoce a los poetas de la Generación del 27, que lo ven como un maestro, en especial Rafael Alberti y León Felipe. Los sorprende en 1936, la guerra civil española y cuando la caída de Madrid se hace inminente y los bombardeos llegan a sus calles, es Alberti quien lo convence de partir, con la noticia del asesinato de Federico García Lorca.
Enfermo, acongojado, huye con su madre a Valencia, luego a Barcelona, y luego – junto a miles de españoles republicanos, liberales, combatientes, intelectuales, se marchan hacia la frontera francesa. Les acompañan su hermano José y su esposa. La frontera ha sido cerrada y deben pasarla por el monte, a pie, bajo la lluvia, en una larga procesión de dolor y desesperanza. Antonio pierde la maleta en la que iban sus únicas pertenencias, sus últimos escritos. Tras pasar la frontera el 28 de enero, pasan la primera noche en un vagón vacío de ferrocarril.
Llegan desfallecidos al pueblecito pesquero de Collioure… en su canción Collioure Serrat nos cuenta: Y viejo y cansado, a orillas del mar, bebióse sorbo a sorbo su pasado. Profeta, ni mártir, quiso Antonio ser. Y un poco de todo lo fue sin querer.
Se hospedan en la Pensión Quintana. Allí se encuentra ahora un pequeño museo en su honor con la cama donde falleció días después de llegar, el 22 de febrero de 1939. En un bolsillo de su saco, su hermano descubre un papel arrugado con un verso: Estos días azules y este sol de la infancia… Su madre muere cuatro días después.
Serrat cantaría: Muere el poeta lejos del hogar. Le cubre el polvo de un país vecino… Sus restos siguen allí, en el pequeño cementerio del pueblo. Frente a esa gruesa losa gris que vela su sueño, donde la yerba crece a sus pies y le da sombra un ciprés, llegué a visitarle. Junto a él hay un jarrón que alguien llenó de flores artificiales, unos versos y un clavel, unas ramas de laurel y un buzón que invita a que todos los que hasta allí llegamos a dejarle alguna nota. Yo preferí recitarle, como si fuera una oración: Caminante no hay camino, se hace camino al andar…
Esta biografía la escribí para musicalizando.com, mi colección de poemas musicalizados donde puedes escuchar cientos de poemas y sus versiones cantadas. He creado además un playlist con Machado en Musicalizando que tiene una colección de poemas musicalizados de nuestro querido Antonio.
POEMA MUSICALIZADO
En 1969, el cantante Joan Manuel Serrat publicó un álbum dedicado totalmente a Antonio Machado, donde se incluye una versión musicalizada de “Proverbios y cantares”. Serrat seleccionó algunos fragmentos, los reorganizó y añadió algunos versos, adaptando el poema en esta brillante musicalización que hizo que muchos llegaramos a estos versos hechos vida en la música y voz de este poeta cantante. He escogido la versión del concierto “Dos pájaros de un Tiro” donde Serrat canta con otro español, Joaquin Sabina, y las voces de un público que canta con el alma los versos de Machado. Tuve el honor y el gusto de estar en este concierto…