
poemas infantiles
vamos a tratar el tema de los poemas infantiles, ya sea los que nos enseñaron y aprendimos en la escuela – si tuvimos la suerte de contar con una maestra o maestro que apreciara la poesía, o los que nos enseñaron nuestros padres – si tuvimos la suerte de contar con una madre o un padre, on un tío o tía, o la abuela!, que nos enseñara poesía en nuestra tierna infancia. Algunos poemas como trabalenguas, como adivinanzas e incluso como micro-poemas humorísticos, de seguro no los hemos considerados nunca poemas!
Por ejemplo: “tin, marín de dos quién fue, cucara macara titiri fue” a la que le adicionábamos “este marrano cochino fue”, un poemilla para escoger a alguien de un grupo. Otra versión dice: “tín marín de-dópin-güé Cúcara mácara títere fue, Yo no fui, fue Teté Pégale, pégale que ella fue.”y se señala a una niña y todas las persiguen.
Uno parecido que un amiga me recordó fue este: A la vuelta de la esquina me encontré con Don Pinocho y quiso que contara hasta ocho: pin uno, pin dos, pin tres, pin cuatro, Pin cinco, pin seis, pin siete, pin ocho!
Es mi experiencia que las mujeres se recuerdan más de todas estas rimas porque como niñas jugaban más a este tipo de juegos. Es posible.
Si tú tienes hijos pequeños, de verdad que te recomiendo que busques algunos de estos poemas infantiles y se los enseñes a declamar o recitar a tu hijo o hija. Estoy seguro que ese momento de estar contigo como padre o como madre recitando ese poema lo no sólo lo recordará por toda su vida sino que ese recuerdo y ese momento le creará una conexión personal emotiva y espiritual contigo; no lo dudes. Ya mis hijos están grandes y de pronto como abuelo tendré otro chance de enseñarles poemas infantiles a mis nietos!
Cada país de Latinoamérica tiene sus propios poemas infantiles que por uso, por costumbres, son los que normalmente aprendemos en la infancia. Muchos de estos vienen de España y llegaron a través de la conquista, de la colonia, de los libros o textos escolares y algunos son antiquísimos. Y hay variaciones de ellos en Latinoamérica. Otros fueron heredados de otras lenguas, normalmente lenguas latinas, como el francés, el portugués, el italiano y que por la proximidad de estas lenguas originarias del latín se asimilaron más fácilmente.
Si tu primer idioma o el de tus hijos no es el español, es una forma muy agradable el ir aprendiendo estos poemas infantiles y aprender el español o enseñárselo a tus hijos. Si eres un migrante hispano en los Estados Unidos, Canadá, Europa u otros países, enseñarle a tus hijos poemas infantiles y recitarlos con ellos y es una forma de mantener vivo ese contacto cultural con tus orígenes.
Hay muchos poemas para enseñar a contar o usar los dedos. Este no lo recuerdo muy bien, pero dice:
Yo tenía diez perritos,
uno se perdió en la nieve.
no me quedan más que nueve.
De los nueve que quedaban
uno se comió un bizcocho.
No me quedan más que ocho.
De los siete que quedaron
uno ya no le veréis.
No me quedan más que seis.
De los seis que me quedaron
uno se mató de un brinco.
No me quedan más que cinco.
Hay personas que lo recuerdan como canción, la mamá de mis hijos se las cantaba a Daniela y Gabriel.
Otros poemitas se usan para enseñarle a los niños las facciones:
En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.
Con mis ojos veo todo,
con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz.
Los poemas infantiles de mis recuerdos son en español y como el idioma de mi madre era el francés, tengo en mis recuerdos algunos que ella recitaba en francés, muy pocos en realidad.
De las fábulas de La Fontaine ella se recordaba el de un cuerco y una zorra:
Maitre corbeau sur un arbre perché,
tenais don son bec un fromage
Maître Renard, par l’odeur alléché,
Lui tint à peu près ce langage…
La historia de un cuervo que tenía un queso en el pico sentado en una alta rama y una zorra para robárselo le comienza a halagar su canto, hasta que el cuervo emocionado, canta y deja caer el queso y la zorra se va con el premio a su sagacidad. ¿Lo lindo de las fábulas es que se usan para enseñar… cuál sería la enseñanza o moraleja de este poema, de esta fábula del cuervo y la zorra?
Que no te debes dejar alabar… o cuidado con el que mucho te alaba, el que alaba algo busca, etc. etc.
La gran mayoría de las fábulas vienen de Esopo, un poeta oral que vivió unos 600 años antes de Cristo, fue un esclavo que creaba historias de animales, todas con moralejas y del griego que fue su idioma, pasaron al latín y a todos los idiomas luego. Son fábulas que debes recordar, como la liebre y la tortuga en esa carrera donde la tortuga vence a la liebre. Como he corrido maratones y hago triatlones y llego de último cuando ya están levantando hasta las pancartas en la meta, la perseverancia de la tortuga siempre me ha inspirado. Mi padre nos trajo cuando pequeños, de un viaje a Brasil, unos discos de fábulas en portugués y una de ellas era “la lebre e la tartaruga” y no me olvido de la cancioncita que decía algo así como “”andando la tartaruga que vagando sosegada” y bueno, debo buscarla a ver si la recuerdo.
Hay otras fábulas como el león y el ratón, la zorra y las uvas, la cigarra y la hormiga y muchas otras.
La mayoría de las historias antiguas no escritas eran poemas, pues la poesía oral creó muchas técnica para la recordación, no sólo la rima, el ritmo, las repeticiones, el fraseo, técnicas que se llaman “mnemotécnicas” que se derivan del término “Mnemotecnia”, que es el estudio y la aplicación de técnicas que procuran aumentar la capacidad de retención en la memoria mediante el uso de ayudas auditivas y artificios, algunos que ha desarrollado el hombre desde la antigüedad. El término viene del griego mnéemee: memoria y téchnee: técnica o arte. Algunos poetas orales de la antigüedad recordaban poemas como la Odisea, que podían contener 20,000 versos o más y los recitaban en 3 o 4 días.
Hay tantas versiones de estas fábulas, a ver es recito la de la zorra y las uvas porque es pequeñita:
Es voz común que, a más del mediodía,
en ayunas la Zorra iba cazando.
Halla una parra, quédase mirando,
de la alta vid el fruto que pendía.
Cáusole mil ansias y congojas
no alcanzar a las Uvas con la garra,
al mostrarle sus dientes a la alta parra
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaduras;
pero vio el imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la Zorra dijo:
-No las quiero comer: «No están maduras».
No por eso te muestres impaciente,
si te frustras en el intento.
Aplica bien el cuento,
y di: No están maduras, disimuladamente.
Esto no es para nada lo que le he tratado de enseñar a mi hijo, al cual esta actitud de la zorra le atrae bastante y prefiero enseñarle paciencia y perseverancia!
Compartiendo estos poemas infantiles que yo recuerdo, quiero estimular tus recuerdos, aquellos poemas infantiles y que ojalá me los puedas compartir ya sea en la página web o por los canales sociales donde puedas entrar en contacto conmigo. Lo que más me interesa es explorar las versiones que existen en otros países latinoamericanos o en otros grupos migratorios hispanos de la versión de uno u otro poema.
Este por ejemplo:
Naranja dulce,
limón partido
dame un abrazo
que yo te pido
Toca la marcha,
mi pecho llora,
adiós señora
yo ya me voy!
En México lo dicen así:
Naranja dulce,
limón partido
dame un abrazo
que yo te pido
A mi casita de sololoy
yo ya me voy
a comer tacos,
¡y no te doy!
En España la dicen así según entiendo:
Naranja dulce,
limón partido
dame un abrazo
que yo te pido
si fueran falsos mis juramentos
en otros tiempos se olvidaran
Adivinanzas hay miles, y a nosotros de pequeños nos gustaban bastante. Recuerdo por ejemplo:
Una señorita
muy aseñorada
que siempre va en coche
y siempre mojada
Es la lengua…
Te la digo y no me entiendes
te la digo
y no me comprendes
es la tela…
Y una adivinanza que me encanta, muy poética:
Llevo mi casa al hombro
y voy andando con cautela
en mi camino voy dejando
de plata, hilillos sobre las piedras
es el caracol…
Y ya que estamos en poemitas cortos, vamos por los trabalenguas. El que más recuerdo es este:
Tres tristes tigres,
Comían trigo en un trigal
En tres tristes trastos de trigo
Comían tristes tigres en un trigal
Nosotros, burlándonos del acento de mi mamá, se lo hacíamos repetir y ella lo hacía por divertirnos pues con su erre francesa, ella le costaba mucho: tres, tigres, trastos trigo… ay mi madre, nos divertía. La pobre no hablaba ningún idioma bien…
Otro trabalenguas muy común es este::
Nadie silba como Silvia Silva silba, y si alguien silba como silba Silvia Silva es seguro que Silvia Silva le enseñó a bien silbar.
Hay poemas de poetas que recuerdo haber recitado, en clase, en el colegio, como el rin, rin, renacuajo del poeta colombiano Rafael Pombo… y me lo sabía en su totalidad:
Rin rin renacuajo
salió esta mañana
muy tieso y muy majo,
con pantalón corto,
corbata a la moda,
sombrero encintado
y chupa de boda.
-¡Muchacho, no salgas!
– le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino, a un ratón vecino
Y le dijo: -¡amigo!- venga usted conmigo,
Visitemos juntos a doña ratona
Y habrá francachela y habrá comilona.
A poco llegaron, y avanza ratón,
Estírase el cuello, coge el aldabón,
Da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?
-Yo doña ratona, beso a usted los pies
¿Está usted en casa? -Sí señor sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son
Y bueno, no sigo… es muy divertida, eso si hasta que llegan los gatos:
Mas estando en esta brillante función
De baile y cerveza, guitarra y canción,
La gata y sus gatos salvan el umbral,
Y vuélvese aquello el juicio final
Y bueno, Rin rin logra escaparar:
Don Renacuajito mirando este asalto
Tomó su sombrero, dio un tremendo salto
Y abriendo la puerta con mano y narices,
Se fue dando a todos noches muy felices
Pero no le duró mucho la escapatoria:
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
Que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón
Para terminar, quiero recordar estos poemitas, este, Las gaviotas del poeta español Julián Alonso me viene a la mente cuando veo pasar gaviotas en puertos, mares, estuarios:
Mira las gaviotas
Volando en el puerto
Con sus alas blancas
Abiertas al viento.
Parecen cometas
Parecen pañuelos
Son sábanas blancas
que van por el cielo.
Otro muy náutico también es El barquito de papel, del poeta Amado Nervo
Con la mitad de un periódico
hice un barco de papel,
en la fuente de mi casa
le hice navegar muy bien.
Mi hermana con su abanico
sopla, y sopla sobre él.
¡Buen viaje, buen viaje,
barquichuelo de papel!
Este de Gabriela Mistral lo recuerda una amiga chilena que su mamá le recitaba porque de niña era muy coqueta, muy “pinchada” como dicen en Colombia, siempre buscando arreglarse, ser la princesita. El poema se llama Miedo:
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta…
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla…
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
Recordando este poema de princesas, me acuerdo vivamente a mi abuela, la poeta Margarita Gamboa, que en su juventud fue una gran declamadora, recitar a el poema a Margarita Debayle, del poeta nicaraguense Ruben Darío.
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
La princesita necia, malcriada como la mayoría de las princesas, decide subir al cielo a robarse una estrella:
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Su padre, el rey, descubre la travesura:
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!…
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
Pero en el poema aparece Jesús y viéndola tan afligida, y malcriándola aún más, le regala la estrella y el poema concluye:
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
y Ruben Darío se despide con un verso melancólico con el que igual me despido:
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
del que un día te quiso contar
un cuento.