náufragos del destino
ciudad de anónimos inmigrantes,
siluetas de eternos pasajeros,
náufragos del inconmovible destino
que cruzan calles y pueblan aceras,
que esconden la rigurosa soledad,
rebuscadores y desplazados
caminando sin hacer ruido.
allí estamos, esos somos,
apretujados en estrictos trenes,
somnolientos en los vagones titubeantes
que emiten chirridos de contenida angustia
mientras cruzan las entrañas de esta gran urbe,
y se detienen fugazmente en estaciones centenarias,
a expulsar escombros humanos del subsuelo.
nos disolvemos luego por las esquinas,
desaparecemos detrás de puertas y corredores,
cada uno buscando un espacio, una grieta
para estirar los órganos y las costillas,
prendiendo el mágico televisor
que apacigüe el dolor y las heridas
y nos lleve a unas playas de sol y de mentira.
allí estamos, estos somos,
reposando la cena bajo un techo plomizo,
evocando adormilados callejuelas juveniles
donde amigos le cantan a la noche esclarecida
y le mendigan trabajos a la luz del día,
mientras aquí añoramos ese sabor a vida,
y emprendemos de nuevo nuestra débil rutina.
aquí estamos, estos somos,
una muchedumbre que busca un trabajo, un hogar,
hombres y mujeres exigiendo una oportunidad,
aprendiendo de nuevo a nombrar, leer, transcribir,
mientras guardamos costumbres en inciertos desvanes
y le vamos entregando al tiempo la memoria y los olvidos,
hasta morir muy lejos de nuestros montes, playones y ríos.