miradas sucias
me han apagado la luz
y la oscuridad vacila en entrar,
me han replegado contra el muro
y exigen que me retraiga
ante sus miradas súcias,
que se multiplican al callar
y se fortalecen al juzgar;
miradas que manchan la confianza,
envilecen el respeto,
me tiñen, me revuelcan.
no me esconderé;
que salga el sol pronto
y me dé la razón traslúcida,
para alentar mi búsqueda
y recoger ese amarillo intenso
que quiero defender sin claudicar,
y encandilar esos ojos sentenciosos
de opaca amistad,
de tergiversado cariño.
no esconderé mi azul despacio
ni mi verde impredecible,
ni enterraré en la tierra
el ondular de mi aguamarina,
aunque los míos me volteen la cara,
aunque no entiendan y me critiquen
y busquen la penumbra
para lanzar sus hoscas miradas.
mis manos seguirán esperanzadas
pasando por el prisma del tiempo,
descomponiéndose en mil franjas
de mil colores y estrías;
mis días se seguirán sucediendo
entre tornasoles centellantes
y de ellos nacerán mil momentos
de mil colores y astillas.
porqué no se acercan a mí
esas miradas
tornándose en palabras
de reflexionadas ideas?
porqué no se acercan a la luz
inundándose de honestidad sencilla?
se encontrarán que no tengo
porqué esconderme de sus juicios,
entenderán que quiero abrir horizontes
allí donde se interpone el saber,
que no me complacen las ocres doctrinas,
que me ha dado por escudriñar cimientos
y que me ha dado por construir días y noches
con pensamientos claros y firmes,
con sentimientos nuevos, gentiles,
con miradas francas, sutiles.
cali, mayo de 1982