los suaves matices de mi corazón errante
I
en la soledad,
en la difusa oscuridad de mi alma
aparecieron tus manos una mañana de mayo,
y con ella se asomaron los colores a mi ventana
los suaves matices de un sol resplandeciente.
II
tus manos
introvertidas y tiernas
tus manos
con la callada paciencia de un monje oriental,
tus manos,
tus dedos y tus manos,
encontraron mi errante corazón
que latía desorientado y sediento.
III
tu constancia,
como la cadencia de las olas sobre una playa solitaria,
tu persistencia,
como el paso continuo de la brisa
meciendo las hojas de las palmeras,
fue creando este laberinto de historias,
de la cual hoy estamos hechos,
este hogar abierto
que nos acoge y nos da aliento.
IV
era muy poco antes de ti,
un arrecife distante
y desprotegido,
sin vegetación,
ni rocío,
una isla solitaria en la inmensidad del mar.
V
Hoy existo,
mi inestable corazón ha encontrado un puerto,
y late sin prisa
mientras ausculta el horizonte
vislumbrando nuevas travesías.