llorando por los gloriosos días
me duelen los impuestos,
que entrego de mi salario diario,
los que dispenso cada año
al desnudar mi acomodada economía,
me duelen los impuestos
que de mis manos se marchan.
me duelen los impuestos
que se traducen en carreras armamentistas,
en entrenamientos militares,
los que construyen murallas,
los que compran aviones de combate,
cruceros acorazados,
minas, morteros
y financian débiles mentes marciales
para fingir el orden y la autocracia.
exijo
que su destino
no se aleje de nuestras manos,
que la democracia nos deje escoger su beneficio,
exijo
elegir las opciones
que nuestra consciencia nos dictamina.
escojamos
menos soldados, más policías,
más trabajos, menos despidos
más escuelas, menos barracas,
más parques, menos avenidas
más hospitales, menos garitas,
más árboles, menos cemento,
más diversión, menos cobardía,
menos hambre, más semillas,
escojamos el aire limpio,
el agua fresca,
defendamos la alegría.
veremos entonces:
a generales,
haciendo rifas para alcanzar sus pensiones,
a coroneles,
vendiendo boletas para comprar municiones,
a soldados,
haciendo colectas piadosas entre los peatones,
y a los veteranos,
llorando por los gloriosos días,
en que el miedo era dueño de la vida.