la prosa de nuestras vidas
la prosa de mi vida cotidiana pasa por mi ventana,
se impregna de la luz del sol,
del olor a mañana clara,
se mezcla con el murmullo tibio de mi biosfera renaciente,
de los pájaros cantores,
y la poesía de mi vida se despierta,
elevándome unos pocos centímetros del suelo,
mis ojos se distancian de mi razón que intuye y piensa,
y me acercan a mi alma,
que lentamente abre una puerta y se atreve a salir,
inundada de amor y de miedo,
de magia y de sueños.
dejo mi cama y camino por la casa,
palpo el sutil aliento del silencio
y entro en el agua fría que me espera,
percibo el olor a jabón penetrando en mis sentidos
y poseído por el aire que me roza,
me entrego a la toalla tersa que siempre me espera.
de pronto te encuentro:
la magia de mi amor universal concretado en tus ojos que me miran,
en una voz que me abre las ventanas,
confina mis cortinas
e irradia mi cuerpo de sol y de ternura.
y si de pronto mi boca y tu boca se entrecruzan,
y si de pronto mis labios y tus labios se entrelazan,
pierdo súbitamente mi individualidad primaria
y nuestro yo colectivo trasciende el límite de mi cuerpo,
y mi piel iluminada te seduce,
te arrastra,
te alimenta,
y te dibuja estelas de luz sobre tus pupilas dilatadas.
luego,
extasiados,
compartimos un café,
un pan,
y nos vamos,
tu y yo,
individuos entretejidos por el hilo tenue de la poesía,
a cumplir la tarea,
que a la prosa cotidiana de nuestras vidas,
le tenemos escogida.