

hasta luego
no tiene la culpa el tranvía
que hace horas espero,
ni tiene la culpa este frío
que me ha terminado invadiendo,
ni la nieve escarchada
que me empapa los pies,
ni esta ciudad externamente vacía
que se está quedando atrás,
que se está quedando contigo
por una pausa larga,
por un tiempo largo
en que no nos vamos a ver.
tenía ilusión de que hoy
fuera un hoy nuestro,
de oírte hablar
y sentirme escuchar,
de compartir
todo ese caudal de tantas cosas
que nunca han tenido su momento de ser,
ni de existir en ese espacio
donde tanto he buscado,
que nos lleguemos
alguna vez a encontrar.
no es hoy,
tampoco mañana,
sólo me queda dejar la puerta
extrañamente abierta,
sin esperar, no,
pero sí pensar en el día
en que ese espacio explote
y que mil palabras lo llenen,
mil sentimientos lo toquen,
miles de yos y tús
le den vida y lo quiebren,
le den fuerza y lo creen.
te digo hasta luego
y me quedo con la mano suspendida,
te digo hasta luego
y un adiós se va pareciendo más,
a esta verdad
y a esta triste despedida.
bruselas, diciembre de 1981