gotas fundiéndose en la noche estrellada
I
en tus ojos veo mi reflejo
y el brillo de mis ojos me ciega
y ya no sé si te miro o me miras,
o miramos los dos la intima cercanía que nos habita.
II
en el cuello tibio donde coincide tu nariz o la mía,
tu aliento o el mío,
siento la profundidad de tu existencia,
respiro la liviandad del aire que nos ensancha.
erguido sobre tu piel,
mis brazos abandonan tus hombros oscilantes,
tu pecho frágil entre mis manos húmedas,
y juntos
dejamos alucinados el umbral del tacto que nos separa.
III
como dos partículas iridiscentes
descendiendo del polvo cósmico
que se expande incansable hacia el infinito,
iluminamos la noche callada,
liberándonos en un instante de la visible existencia
que dibuja un rayo de luna
entrando desprevenido por la ventana.
IV
en el orgasmo celeste de nuestra piel,
sobre el tejido capilar de este planeta que nos envuelve,
en un lento abrazo
nos desvanecemos.