esperando
el cambio llegó en la mañana
suave como un nuevo día;
lento como la luz,
tranquilo y pausado,
como se aleja la bruma
que ha dejado la noche
en el jardín de mi casa.
un tenue brillo
llegó a tus ojos abiertos,
como una sonrisa quieta
sobre un lago en silencio,
y las orillas se fueron poblando
de papiros, flores y besos,
mientras un caracol diminuto
descifraba sabiamente
lo que estaba aconteciendo.
de la palma de mis manos
se desbordaron tus senos
abriéndose paso entre mis dedos;
como una flor matinal,
brotaron de la tierra,
tiernos,
frescos,
como un espejismo en busca de un sol
y un oasis entre mis sueños.
una garza blanca
llegó a tu vientre desnudo,
buscando un lecho tibio
para hacer nuestro nido,
depositando en el nuestras vidas,
tus ojos, tu risa, mis manos,
tu boca, mis pies, tu picardía;
y levantó vuelo
dejando en tus labios
el profundo sabor de la alegría.
no sé qué decirle al silencio
cuando pregunta por ti,
sólo tengo dos manos,
no sé qué decir,
todo parece una ilusión,
una lenta alucinación,
presiento la felicidad
tocándome a la puerta
y no sé cómo abrirle,
no sé qué decir,
no entiendo bien lo que sucede,
qué se espera de mí,
estamos teniendo un hijo
y yo no sé todavía vivir.
cali, enero de 1988