el horizonte infinito del silencio
quise darte lo mejor de mí.
no fue todo lo que quisiste de mí
y lamento que lo que no recibiste de mí,
te arrimó irremediablemente a la desdicha.
me diste lo mejor de ti
y fui feliz,
no fue todo lo que quise de ti,
pero lo que no logré recibir de ti
se me ha ido olvidando en la lejanía.
¿querías más de mí, que yo de ti?
lastres ancestrales enturbiaron
el cariño y el amor,
perturbaron
la felicidad y el descanso,
el disfrute sencillo de nuestra compañía.
quiero verte feliz,
como veo el atardecer
cuando el sol se va al horizonte,
cuando penetra en la tierra
y nos deja nubes de colores en el cielo,
suaves anaranjados, brillantes amarillos
y yo feliz contemplando el infinito.
la tarde no depende de mí,
ni dependen sus colores, ni sus brillos,
y observarla, palparla,
me llena de dicha, de asombro,
me ilumina su compañía.
quiero ser uno con el atardecer,
quiero ser uno con el tiempo,
no quiero ser más,
ya cumplí,
ya fui estudiante y profesor,
ya fui esposo y padre,
trabajador rutinario
y proveedor de subsistencias,
ya fui todo lo que tenía que ser,
y queda poco por decir.
he escogido seguir adelante
sobre el polvo impregnado de rocío.
cuando tú universo
y nuestros calendarios se encuentren,
cuando se alineen las constelaciones
y el horóscopo nos abra un espacio,
quisiera compartir,
un atardecer,
o una lluvia mañanera,
o un camino solitario,
que se vaya desapareciendo
sobre el horizonte infinito del silencio.