el desasosiego de la intemperie
I
un crudo vendaval cruzó mi corazón
como un frente frío
avanzando paulatinamente del norte oscuro
a mi inocente sur desprevenido.
II
una tormenta rompió la quietud
que el destino me había otorgado,
trayendo consigo tornados
momentáneos impredecibles,
que bajaron de temerarias nubes negras
y rompieron mi delicada piel,
debilitando uno a uno mis cimientos.
III
logré correr despavorido a tu regazo
buscando encontrar tu pecho cálido,
tus palabras abiertas, tus ojos profundos,
tus manos que construyen murallas
con los granos de arena que acumula el viento en tus ventanas.
IV
no me dejes salir a la intemperie,
afuera el viento ruge
y oigo gritos que retumban contra las montañas.
déjame aquí,
a tu lado.
V
deja que escampe
y que el invierno se canse de desbaratar mis ilusiones,
esperaré contigo mientras las torrenciales lluvias
se llevan las aguas estancadas que anegan mi alma
y que inundan mi inconciente
de inseguridades permeables al desaliento.
VI
déjame aquí,
este es el sitio mío.
entre tus brazos de estío,
bajo tu voz serena
y las historias de tus andanzas,
protegido por tu fe y tus alianzas,
a la sombra de la fuerza
con que has desafiado tantas batallas,
me quedo a esperar la luz
que iluminará de nuevo mi alma.
VII
déjame que escampe,
este es el sitio mío.