carta a fantasía
cuando clavamos en el cielo la primera estaca
y erigimos la primera columna hacia la tierra,
sentí que mi cuerpo tiraba un ancla y mi alma tocaba puerto.
como un ave que guarda sus alas y se protege,
fuí arriando mis velas una por una,
fuí doblando mapas y trayectos,
mientras te iban naciendo paredes, puertas, vigas y ventanas.
eras como debías ser,
como nuestras esperanzas te fueron construyendo:
una casita de colores y un jardín,
un amplio balcón y un riachuelo,
un platanal,
gansos y patos bulliciosos,
gallinas y huevos en la madrugada,
y gatos, los que quisieron seguir nuestros pasos,
y perros,
y guaduales verdes jugando con el viento.
el rocío de la mañana nos recibió,
eramos dos, casi tres,
y un atardecer rojo sobre las montañas
nos dió la bienvenida
y una noche estrellada se acercó tímida al balcón,
era como si el rompecabezas de nuestra vida
se fuera completando
y las últimas piezas buscaran sin prisa su último lugar,
una luciérnaga liviana se desprendió en una noche cálida y transparente,
y fuimos tres,
y fuimos risa y fuimos llanto,
amor, esperanza,
una navidad y dos, y tres,
aniversarios,
cumpleaños,
y dos y tres.
era como debía ser,
tu crecías,
un cuarto aquí, otro allá,
columpios en el jardín,
naranjas, limones, flores,
el paso de los amigos
y del tiempo.
pero los puertos, puertos son,
y el mar es el mar, y es amplio y vasto,
y las despedidas son sinónimo de muelles y equipajes,
pasajeros azules y pañuelos blancos.
bien sabes que te hemos dejado con dolor,
que hemos partido con lágrimas y rabia,
con miedo y desesperanza,
bien sabes que hilachas del corazón han quedado entrelazadas en tí,
bien sabes que eres nuestro hogar,
nuestro barco que navegará por siempre en nuestras venas.
cuando el tiempo pase aprenderemos a perdonar,
le perdonaremos al país su violencia y a los violentos su desgracia,
y nos perdonaremos los apegos, los lastres del alma,
y nos perdonaremos la cobardía,
tal vez hasta el miedo.
hoy,
siendo tres, casi cuatro,
en esta noche de palmeras frente a un mar,
sin luciérnagas y sin montañas,
definitivamente te extraño.
mayo de 1994