aquí te entrego mi consciencia
el veredicto fue unánime:
fui declarado egoísta.
no hay forma de apelar,
ni recurrir a otras instancias.
en mi defensa salió mi vida:
cada uno de los días,
en que entregué lo mejor de mí,
uno a uno se presentaron
y contaron su débil historia,
las mañanas y todos los desayunos,
los almuerzos y las cenas,
incluso las noches, hasta los paseos,
las plácidas vacaciones
que nos llevaron por costas,
mares,
playas,
nos adentraron en iglesias,
ruinas,
cuevas,
nos elevaron a los picos más altos,
a las más espigadas torres,
y globos de colores
flotando en la inmensidad.
de nada sirvieron
las frágiles interpelaciones,
el veredicto fue unánime:
fui declarado egoísta.
mi lóbulo racionalse rebeló
y clamó justicia,
mis pasos no encontraron amparo,
mi corazón se calló
desprovisto de suspiros
y taciturnas palabras grises,
mi alma no se quiso expresar,
más preocupada por el futuro
que el irreversible presente.
he encontrado,
con paciencia,
los demás culpables:
los zapatos que me esperaban
en el umbral de la puerta,
los caminos que me atrajeron aún más
que la debilitada responsabilidad
de seguir adelante,
el silencio que me emboscaba
y me pedía auxilio,
la soledad fiel
que entre las sábanas me esperaba,
la paz y el viento,
la calma y un camino sereno.
he aceptado cumplir la condena
aunque no me quede clara la sentencia,
mi corazón parece ya no importarle
ninguna desavenencia,
lo veo más cerca de la luz,
más liviano y versátil
esperando optimista la madrugada,
para elevarse cada mañana
sobre los rayos del sol naciente, terco y solitario,
avanzando sin prisa hacia el horizonte.
yo en cambio
sigo pidiendo disculpas,
a todos aquellos
que esperaban más de mí,
a los que les destruí la imagen
que guardaban de mí,
a mi compañera de tantos años
que nunca entenderá porqué partí,
a las plantas de mi jardín
que todavía esperan mis caricias,
a los cuadros que esperan ser recogidos,
los recuerdos que no cupieron en la maleta.
he aceptado cumplir la condena
aunque no me quede clara la sentencia,
si no hay forma de apelar,
aquí,
te entrego mi conciencia.